yo...

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Rosario, Santa Fe, Argentina

martes, 15 de enero de 2013

Resplandor


La noche se aproxima, rauda y veloz
su manto de oscuridad arrasa la luz viva y alegre y la arrastra al oeste, lejos,
dejando una luminiscencia lúgubre, tenebrosa. Y sus sombras, escurriéndose de los rincones y manchando el mundo, se arrastran casi vivas;  y aquellos árboles florecientes de alegría ahora son amenazantes brazos, negros, oscuros, rapaces. Las aves, joviales, ahora duermen y todo parece sumirse en tensión, en brisa que cala los huesos, que hace temblar  pero no de frío.
  Me refugio en las gélidas sabanas, en el seno de mi hogar, me refugio en las alegrías pasadas…pero tarde o temprano, las tinieblas entran  y se cuelan por la cerradura, emanan de puertas, ventanas, cajones…envuelve la luz, envuelve todo lo que me rodea.
 Un ruido a lo lejos se hace eco y llega, fantasmal, a mis oídos. Tiemblo, me cubro.
 Quizás una puerta  solitaria, a algunas casas de distancia, quedo mal cerrada y se golpea empujada por la brisa nocturna…el sonido se arrastra, viaja y se mezcla con un gorgoteo, o quizás otro sonido mutado, pero ambos se amalgaman y viajan en el viento, se escurren por las ventanas,  mueven platos y ganan más sonido,  y retumban en el largo corredor. Esa puerta golpeándose, ese gorgoteo, esos platos, el eco…todo llega a mi refugio, lo invade por completo, llena el aire que, tenso, se mueve casi palpable sobre mí, alrededor de mí y parece acariciarme, por debajo de la cama cual mano, cual garra, cual nada, que me toca y me eriza. Un sobresalto y me corro y me acurruco, alejándome. Pero mientras más me alejo, más profundo caigo. El miedo ataca y cansado de temer lucho contra el sueño sin querer cerrar ni un ojo, pero al mismo tiempo queriendo dormir.   Dormito y la realidad se mezcla con la imaginación, la vigila y el sueño son uno y el mundo alrededor se transforma.
 Pasos…Ecos…Voces… ¿son reales? ¿De dónde salen?  Nada importa, porque ahí están, tan presentes como yo, como la oscuridad, y llenan el espacio, vician el aire.
  Camino hacia una puerta, quizás roja, quizás negra como la noche, el piso esta tan frio que quema mis pies descalzos, una voz resuena casi ausente, alguien camina detrás de mí, me desespero e intento correr, algo me sujeta los tobillos y mi mente se retuerce, mi estomago se aprieta y gira, el corazón da un vuelco, y por una fracción de segundo mi mente piensa todo al mismo tiempo, y se anula, se nubla.
  Las sabanas se enredaron en mis tobillos, casi como un grillete. La puerta desapareció, la voz es más presente y se oye en la calle, clara, una persona que pasa y sigue, hablando con otro. Abro los ojos, despacio, con temor a lo que puedo ver. Me siento en una posición retorcida. Delante de mí un manto oscuro que poco a poco se aclara y veo la pared ocupando toda mi visión.  Quizás todo termino. Escudriño el aire, se siente más natural. Giro despacio, con cautela, con movimientos casi imperceptibles. Observo hacia mis pies y el tétrico pasillo se proyecta hasta la sala, iluminado por una gélida luz blanca. Logro reacomodarme en la cama, y taparme con las sabanas nuevamente.
 Miro la hora. 2:05. Me acomodo, intento dormir.
Hay algo raro, una sensación. De reojo veo algo en el pasillo. Otra vez. El corazón se acelera, mis palpitaciones me aturden como tambores,  la respiración, aunque intento disimularla, se hace ruidosa y acelerada. Algo me observa y la piel se eriza de nuevo. Inmóvil vuelvo a mirar, moviendo solo los ojos. Sigue ahí. Quedo congelado. Espío el reloj, también esta inmóvil: 2:05. Una eternidad pasa y yo sigo ahí, no quiero mirar nada, cierro los ojos. Un sobresalto me despierta, un escalofrío recorre mi espalda, doy un salto y, de reflejo muevo mi mano, torpe pero veloz, la mitad de las cosas que había en la mesa de luz caen por tierra, cada segundo que tardo es una tragedia, palpo, hasta prender la luz. Cada segundo de agonía me pesa en el pecho y mi cabeza late. Las sombras se escurren a los rincones, el pasillo…vacío. El pánico me agotó por completo, quiero reír de alivio, quiero llorar por el miedo, pero me invade el frío  me abraza y siento mi cuerpo empapado de sudor. Caigo de espaldas en la cama, ya sin querer pensar. Miro el reloj: 2:20. Sin apagar la luz, logro dormir.
 Un perro ladra a lo lejos, otros se unen en un desorganizado coro. Abro los ojos. El reloj se mueve y el golpe de la aguja me retumba en la cabeza, son las 3:00 am.  Me muevo de un lado a otro, me tapo, me destapo, saco la almohada, la vuelvo a poner, la doblo…nada me es cómodo, siento mi cuerpo todo entumecido, cansado. Mi mente está agotada, mil pensamientos la atraviesan, pero no me quedo con ninguno.
 Me levanto. El piso esta helado. Camino tranquilo por el corredor, paso frente a las cuatro puertas, hasta la cocina. Tomo agua, que cae y renueva mi espíritu. Miro por la ventana la oscuridad aún reina afuera. Son las 3:30. En la puerta del pasillo, siento un enorme calor, un apuro. Comienzo a caminar, cada paso más veloz que el anterior el camino es casi interminable y un calor me sube por el estomago, cada puerta es una boca de infierno, tan oscura como el universo mismo.  Presiento algo detrás de mí, pero no miro, intento evadir la mente. De un salto entro en la habitación, donde el alivio de la luz me vuelve a tranquilizar.
  Sigo en la cama, dando vueltas. El reloj marca las 4:00. Si bien me siento más tranquilo y cobijado por la luz, no logro conciliar el sueño. Quizás es la luz, que me impide dormir. La apago y me cubro hasta la cabeza. Alguien se para frente a mí, al otro lado de la habitación. De espaldas, no logro reconocerlo. Lo llamo en silencio y gira. Un rostro que son mil, sin forma, solo una boca, gigante que quiere atraparme y grito y no sale ningún sonido, y grito más fuerte y me encuentro gritando casi son voz en mi cama. Son las 4:30. La mente, antes serena y en blanco, empieza a recibir imágenes y pensamientos, que pasan veloces y desaparecen. Poco a poco se van tornando oscuros y siniestros. Me torturan, me torturo.
 
Ahora comienza lo peor, la mente perturbada me traiciona, la razón, por fin, me abandona, algo se arrastra en el patio, repta sin cesar. Son las 4:31. La lógica se torna absurda y el agotamiento total rinde mi mente a la demencia.
Una mano rasguña la puerta principal intentando abrirla, sin éxito la golpea tres veces con brutalidad. Son las 4:35. Mi corazón intenta salir de mi cuerpo se acelera más que nunca, creo que estoy al borde de un colapso.
Una figura sale de una puerta, cruza transversal el pasillo y entra en otra puerta, lo suficientemente rápido como para verla a los ojos. Son las 4:40. Me siento helado, duro, paralizado, quiero que todo termine.
Una voz sisea en el aire y habla en toda la casa pero sin salir de ningún lado, me llama, me quiere. Son las 4:45. Nunca sentí esto, no es miedo, no es pánico, no es desesperación, es una amalgama de todo y al mismo tiempo algo nuevo, algo terrible.

La figura cruza el pasillo, esta vez por la puerta más cercana a mi habitación, y entra en la de enfrente con una sonrisa macabra en su rostro blanco como la nieve. Son las 4:50. Algo repta y golpea la persiana con tanta fuerza que me impulsa contra la pared. Siento que voy a vomitar. La voz me habla a mí, me quiere, me posee. Por primera vez siento que quiero morir, es la única forma de que todo termine, solo un corte, en la garganta y todo puede terminar, quizás el dolor de morir sea un alivio comparado con esta tortura. Son las 4:51. La puerta principal ya no está siendo rasguñada, ahora la sacuden, siento que va a salir de sus goznes, Él va a entrar y solo quiere una cosa: a mí.
 Son las 4:52, y escucho como los platos y los cubiertos se mueven en la cocina y tintinean, pero no quiero mirar, creo q la figura ya está en la puerta de mi habitación y Él está a punto de abrir la puerta. Escucho miles de sonidos afuera al otro lado de la ventana todos ellos vienen por mí. Son las 4:53. Todos los perros del barrio ladran y aúllan al unísono la madera cruje, me agito, los ojos se me van, todo se mezcla y la irrealidad es tan real como todo lo que sucede alrededor, como esa canción que escucho, muy de fondo, detrás de las cadenas, detrás de los aullidos, detrás de los pasos que hacen eco en el pasillo, detrás de la puerta que se abre, detrás de mi aceleradísima respiración y mi taquicardia que golpea el pecho por dentro. Detrás de los ruidos al otro lado de la ventana, son las 4:59. Todas las sombras se alzan y como manos vienen a mí se acercan poco a poco como garras siniestras que me quieren desmembrar.  Una mano sale desde debajo de la cama, luego otra y otra más.

Cierro los ojos
  Todo se silencia… solo queda un pitido que invade todo, el sonido del silencio absoluto. El reloj da las 5:00. Y allí está el grito final: el gallo, que anuncia  al salvador que finalmente llega: El Resplandor. Cual héroe épico arrastra las penumbras, lejos, al oeste. Con paso lento pero firme, reduce las sombras fantasmales a pequeñas líneas sin vida bajo cuerpos que despiertan y se despojan de la oscuridad; y los árboles florecen de alegría, las aves despiertan con sus cánticos joviales, la tensión se corta. El resplandor se escurre a través de las ventanas y las puertas y todo lo que me abruma, desaparece. Las manos, los ruidos, las garras, las sombras se van acortando y vuelven a su lugar, acomodándose detrás de los objetos que las proyectan. Siento como mi respiración se aliviana, mi cuerpo entumecido se relaja, el corazón se detiene y cambia de ritmo. Los ojos se cierran, pesados. Son las 5:01 y ahora vuelvo a querer llorar de desesperación y a reír de alivio, pero no llego a hacer nada de eso. Por fin logro dormir con las primeras luces del alba. Ahora todo es paz…hasta que llegue nuevamente la noche y todo comience otra vez.

Niggle

miércoles, 9 de enero de 2013

Norte

Bajo una lluvia torrencial, contra el viento pelea
flotando en la inmensidad, sobre las olas se eleva
temeroso de caer, al mástil se aferra
empapado de dolor, una costa desea.

Tras la tormenta, el cielo se despeja
azul y claro, mas piedad no muestra
Ante las aguas, un barco sin rumbo cierto
Ante los ojos del marino, de agua un desierto

Pobre aquel marino
en tan gran aventura
que por escaparse del mundo
conoció del mar su bravura

¿a que puerto llegara? oh, aventurero de la vida
¿que costas conocerá? oh, explorador de la gea
¿cuantos rostros verá? oh navegante sin destino
que busca sin cesar, aquel lugar escondido

Y días y noches, se conectan sin tiempo
se mezclan, con la brisa y la sal
se enredan alrededor, y se vierten en su cuerpo
lavando toda tristeza, desechando todo mal

No existe Sud, no existe Norte
se pierde la razón
se desdibuja el horizonte
Ya no hay canción
Mas que la del mar y su corriente.

No existen voces, no existen rostros
la esperanza se desvanece
cambian el cielo y también sus astros
cambia el mar y se embravece

Y de nuevo las lluvias
vuelven las olas
en el mar se eleva altas
y él siente en el alma
que de todas las tormentas
esta será la ultima

Un crujido bajo sus pies
advierte del peligro
una tabla salta cual pez
y el barco se parte con un crujido

El agua envuelve su cuerpo
la sal arde en sus heridas
su voz se pierde en el viento
el mar se lleva sus esperanzas

La fuerza de aquel elemento
lo arrastra a lo mas profundo
no sirve nadar, no sirve ningún lamento
el agua llena su cuerpo
el aire escapa de su boca
su conciencia lo abandona...

Ninguna canción hablara de aquel marino
Ninguna persona recordará el nombre
del que dejó el mundo buscando un destino
de aquel que dejo su vida aquella noche

Pero hay algo que la gente no ve
pues, quizás la tormenta fue su destino
quizás allí  encontró su norte
y llego a ese lugar escondido.

Niggle.